13.07.–12.08.2013
Preocuparse por el soporte es preocuparse por la pintura.
Dudar de todo, plantearse los elementos a utilizar a la hora de pintar, es un acto de libertad que conlleva un rechazo de la imagen, del estilo y de una cierta subjetividad.
El soporte condiciona el trabajo de la misma manera que el trabajo necesita un soporte determinado.
Este panorama hace que la superficie de la pintura, su última faceta, no tenga prácticamente ninguna importancia o, en cualquier caso, la misma que todas las demás facetas precedentes, incluido el soporte de la tela y su dorso. Qué satisfacción haber rehuido aquel callejón sin salida de la noción de ventana como obra pictórica! Qué satisfacción poder presentar una misma obra de otra manera y mostrar al mismo tiempo todas sus facetas... En definitiva, que circule el aire. A partir de ahora, siempre tendré un pensamiento colectivo de todos los momentos del proceso pictórico y, en cierto modo, podré tener la posibilidad de acceder libremente y en todo momento, tanto al pasado o memoria como al presente de la obra. Este planeamiento conlleva, muy a menudo, una intervención de la mano y una cierta tridimensionalidad de las obras, lo que no impide que la mayor parte de las veces sean presentadas en la pared. Al mismo tiempo, se abre una vía a un tipo de obra de apariencia escultórica y presentación horizontal; se inicia, pues, una etapa en la que el aspecto final de la obra, más cercano a la escultura, contrasta con el seguimiento de un proceso puramente pictórico.
El hecho de cortar la pintura:
Para poder cortar la pintura, ante de todo tiene que haber. Así, antes de hablar del hecho de cortar, hablaré de por qué hay tanta pintura que inspire el hecho de cortarla.
Hace unos días que de ello se está haciendo mi trabajo. Cortar, doblar o girar la tela son actos nada fáciles de asumir en pintura. Por tanto, cuando estos actos tienen lugar, deberían merecer por lo menos respeto y, si no es mucho pedir, curiosidad. . .
Esta necesidad de mostrar simultáneamente todas las facetas ha tenido continuidad desde 2004. Hay una serie de piezas que se cuelgan en la pared, verticalmente, y que, por lo tanto, nos remiten sin quererlo a nociones como la ventana y la superficie pictórica, dos aspectos que, lejos de interesarme realmente, me permiten trasladarles situaciones, resoluciones que tienen lugar en el plano horizontal. Para empezar, aplico la pintura sobre la tela extendida horizontalmente en el suelo... Es decir, 95% del tiempo de la elaboración de la obra, lo paso conviviendo con este plano.
Trabajar la superficie y mostrar finalmente el dorso o su grosor es para mí una manera de desviar la importancia y el sentido de la obra final, es dar confianza a todos los momentos vividos, rendirles homenaje y dar voz al mayor número de elementos utilizados durante el proceso.
Todo habla, todo cuenta. Un buen ejemplo de este planteamiento, lo encontramos en la obra “El Manifiesto”, 2011 que no deja de ser una compilación de materia pictórica de “rechazo”. Tengo más confianza en lo que hago que en lo que juzgo. Es por ello que me observo, me escucho e intento dar voz a todo materia que surge del trabajo... Tiene derecho a existir de alguna forma u otra y la fluidez/rapidez en su aceptación no es para mí un criterio para su existencia o no.
X.E. 2012
Les bouches, 2013 Acrilic on canvas 70x60x10cm |
Pour les yeux de P. Klee, 2013 Acrilic on canvas |